sábado, 22 de septiembre de 2012

y despacito decile que no vuelva.

Y le cantan todos
despacito al sol

mientras arrancan las flores nuevas
como quien se aferra al perfume
de lo bello

lo instantaneo

el detener el tiempo en un mismo lugar
las manos

y mis manos se han manchado
de tierra
y rojo

como el rojo de unos labios
rojos
como sangrando
la carne de la sensualidad

como las palabras
que llegan a mi
y van a morir a unos versos.

Sigan cantándole al sol, nomás
como ritual
matando lo que queda de lo que tenemos dentro
para llamar al amor

para llamarlo y decirle
que no vuelva
que siempre tendré una rosa
mis labios
y alguna espina

hasta darme cuenta
de que yo también he sido
arrancada
por las manos ajenas.

Algo me vio morir.

Hay que cantarle al sol despacito
mientras pueda.

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